sábado, 9 de junio de 2007

Tetrapost - Chile Metal Fest (2007)




















Cuatro orejas no sólo se dedica a comentar buenos discos o a escribir poesía vanguardista, sino que también cubre los grandes eventos deportivos. Esta vez le tocó al Chile Metal Fest, segunda edición (la primera fue en el 98 y siempre será legendaria por ser la única presentación en Chile del finado Chuck Schuldiner) que se celebró el martes y, la verdad, para cualquier chascón que se precie el cartel prometía bastante.
En esta ocasión sólo fueron dos orejas al magno evento, ya que Hache se quedó en su casita escuchando batidiscos. Así que un servidor se vistió de negro - vaya novedad - y partió a hacerse cagar los tímpanos.
Afuera del Caupolicán estaba la media cagá. Por alguna razón - probablemente eran nuevos - los guardias no cachaban que el 70% de los metaleros entra a los conciertos como pickle (se escribirá así? no tengo idea) y no querían dejar entrar a los curados, lo que retrasaba bastante la cola. El hecho de que adentro se vendían cervezas tibias y piscolas con pepsi o algo peor sólo hacía el problema más idiota aún. En fin.
Parece que hubo teloneros pero para cuando pude entrar ya se habían ido. Mala cuea no más.
Los primeros "oficiales" en salir - con una hora de retraso - fueron Atomic Aggressor, legendaria banda chilena.

Atomic Aggressor - Bloody Resurrection (2002)

Lo cierto es que de legendarios tenían bastante. Con sólo pararse en el escenario recibieron una ovación y cuando empezaron a tocar quedó literalmente la cagá. Debo decir que no los cachaba (el estatus legendario lo obtuvieron a principios de los noventa, yo tenía diez años, gracias), pero se entendía por qué la mayoría de los asistentes cabeceaba todos los temas. Fueron más de 40 minutos de riff tras riff, interrumpidos por lo que se le ocurriera decir al frontman, que iba siempre a la segura: siempre le aplaudían. En fin. Igual se entiende, si desde 1990-y-algo que no tocaban en vivo.
Sobre el disco: no sé si es oficial o un bootleg, qué más da. Es un compilado que salió el 2002 y que reúne los dos demos que alcanzó a sacar la banda y algunos temas en vivo. Para ser sinceros, sonaron mejor el martes que en estas grabaciones, sobre todo la voz. De todas formas, y por lo que vi en el concierto, Atomic Aggressor le vuela la raja al 95% de las bandas metaleras chilenas que escuchado (lo que tampoco es decir mucho, para qué vamos a andar con hueás). Pero vaya nombre más malo que le pusieron a la banda. Bueno, supongo que en 1990 igual funcionaba.

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Watain - Casus Luciferi (2003)

Pasa un buen rato y de pronto se encienden unos candelabros en el escenario. Aparecen cinco tipos con maquillaje a lo gato juanito y empieza la presentación de Watain (que se pronuncia Vatain, pero casi nadie lo sabía y todo el mundo se reía de lo mal que sonaba el nombre en shileno).
Como sospechaba, la audiencia era mayoritariamente death metalera y no le prestó mucha atención a los suecos. Al menos no les tiraron hueás. Y de a poco empezaron a seguir los riffs y algunos hasta cabeceaban. Eso, claro, sin contarme a mí y a unos diez o veinte tipos más repartidos por diversos lugares, que estábamos enajenados y disfrutábamos en solitario haciéndonos cagar el cuello. Black metal ruls.
Curiosidad: Resulta que el bajista es chileno. Alvaro Lillo, ex-Execrator y ex-Undecroft, toca con Watain en los conciertos (oficialmente, la banda son el vocalista E., el guitarrista P. y el baterista H.), y se mandó un speech en perfecto español en mitad del set, con Hail Satán incluído. En fin. Los tipos se lo toman en serio.
Sobre el disco: Y como se lo toman en serio, este disco es el equivalente - y reverso - satánico a cualquier antología de música evangélica. Básicamente, Satanás es lo mejor que le ha pasado a estos tipos en la vida. Bueno, por lo menos los iluminó lo suficiente para mandarse un discazo. Totalmente recomendado pero, por supuesto, escuchar este disco no va a hacer que te guste el black metal por arte de magia. Sobre todo si eres un ser inferior.

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La portada es una inversión de este grabado de Julius Schnoor von Carolsfeld (Las Siete Trompetas, Apocalipsis 8:1, a.k.a. cuando se abre el séptimo sello, a.k.a. el silencio en el cielo, a.k.a. quedó la cagá)

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Sadus - Swallowed in Black (1990)

Resulta que estos tipos eran una leyenda mundial y yo no los cachaba para nada. Esta vez fui yo, junto con unos pocos que aparecían igual de perdidos, los que nos quedamos quietos mientras los demás dejaban la cagá. Me gustó bastante la banda pero preferí descansar para el último asalto (qué vejez más mal llevada la mía). Decir que el bajista de Sadus es Steve DiGiorgio, que entre otras cosas, ha tocado con Death, Autopsy, IcedEarth, Testament y hasta Vintersorg. Se nota de lejos que la Sadus es su banda; el vocalista/guitarrista, Darren Travis, sólo hace eso: cantar y tocar. Es DiGiorgio el que habla con el público y el que da instrucciones a los otros miembros, a los técnicos y a todo el mundo en general. Y también puede tocar bajo y teclado al mismo tiempo, el muy puto. Habría que ponerlo a tocar con Manzarek a ver qué sale. No, mejor no.
Curiosidad: Cerca del final, DiGiorgio anunció la participación, como invitado, del bajista de Torturer (banda chilena de death metal). El tipo se subió, tocó su bajo que no se escuchaba (el de DiGiorgio sonaba más fuerte que las batacas), cantó en un micrófono que al parecer estaba apagado, saludó, de cagado no se arrodilló ante DiGiorgio y se fue.
Sobre el disco: Para mayor información, estos tipos están pasados a Death (de hecho, hicieron un cover en el concierto), o sea, tocan death/thrash old school. Se supone que este disco es el pináculo de su carrera. No esta nada mal para pasar el rato. Obviamente destaca el bajo por sobre todos los demás instrumentos - a veces la diferencia de volumen es descarada - pero se agradece, porque se nota que DiGiorgio es lejos mejor músico que los demás.

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Obituary - The End Complete (1992)

De Obituary puedo decir que siempre ha sido mi banda favorita de death metal. Hay otros grupos más técnicos, otros más brutales, otros más malditos, me importa un pico. Las atmósferas creadas por las guitarras de Peres y West siempre me parecieron más llamativas que la masturbación técnica de miles de riffs en dos minutos de canción de la mayoría de las otras bandas. Pero por sobre todo, considero que la voz de John Tardy es única en el género. Mientras todos los demás tratan de imitar a Chris Barnes, a ver a quién le explota el estómago más rápido, Tardy manda todo a la mierda con una especie de arcada poseída por el demonio que no se acaba nunca. Sus verdaderas intenciones eran convertir su voz en otro instrumento, de hecho las letras del primer disco de Obituary se inventaron después de que el disco estuviese a la venta. Tardy sólo se grabó gritando como si estuviese vomitando mientras algún engendro apocalíptico o unos traficantes de órganos le estuviesen sacando las vísceras y luego buscó palabras que se acomodaran a lo que había gritado.
En fin. Han pasado casi veinte años desde que empezaron a tocar y ni se les nota. En los dos sentidos: siguen con la misma fuerza, pero siguen tocando lo mismo. Su último disco debería ganarse el premio a la cero innovación. Yo al menos no me quejo. No me imagino a Obituary tocando algo distinto, y tampoco me interesa. Aplastaron al público y cerraron el evento como se merece. Arcadas del infierno for life.
Curiosidad: Parece que John Tardy de verdad está poseído. O al menos andaba de malas pulgas el martes. Una postal: después de pitearse él mismo el pedestal de su micrófono, se enojó con los roadies y a uno le tiró los restos de dicho pedestal con claras ganas de atravesarle los sesos. Es la dura vida del roadie: viajes, las groupies que no se agarran los de la banda y objetos contundentes directo a tu cráneo.
Sobre el disco: éste es el disco más vendido de la historia en lo que a death metal se refiere. ¿No te interesan las estadísticas? A mí tampoco. Éste es el mejor disco de Obituary, y Obituary es la mejor banda de death metal. Así que bájalo. Si no te gusta el death metal, tu vida es una mierda y deberías matarte.

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Comentario final: me quedé totalmente sordo de un oído por dos días, con pito incluído. Todavía me duele el cuello. El concierto terminó a las dos de la mañana y hacia un frío de la reputa. Todo sea por los fieles lectores de este blog (yo sé que todos ustedes querían ir a este concierto pero no lo van a reconocer nunca). Ojalá hagan más festivales de este tipo, pero a horas decentes. De aquí a unos años, no habría nada que envidiarle al Ozzfest...

3 comentarios:

Raúl Olvido dijo...

1- me hubiera gustado ir...
2- podríai haber avisado con más antipación que: estoy saliendo al chilean metal fest, nos vemos de ahí...
3- y qué wea con el batidisco???
4- no soy el baterista de Watain...
5- es cierto que watain suena como el pico en shilensis...
6- me gusta más el black metal quel death...
7- de todas maneras fui a ver a kreator & destruction en 2003 y tú no...
8- ja-ja.

Raúl Olvido dijo...

se me olvidaba...
tengo ganas de putear contra los metaleros masturbones y la puta que los remilparió.
vos cachai.
eso...

Anónimo dijo...

Qué bien. Qué bien. Felicitaciones. Me carga el metal, pero dan ganas de que sea bueno para compartir esa actitud cavernopostapocaliptica que tienen ustedes.
felipe.